La
participación del gimnasta romperá con 16 años sin argentinos en esa disciplina
olímpica; dice que no siente presiones y que su objetivo es llegar al último
día de competencias.
Sentado al
costado de una pequeña mesa, Federico Molinari le da órdenes a Julián Jato, un
pequeño de 12 años que ya es campeón argentino de gimnasia artística.
El
gimnasio del CENARD no cambia su fisonomía. El magnesio (el polvo blanco que
vemos en manos y pies de los gimnastas) aparece por todas partes: colchonetas,
aparatos de gimnasia artística y en la ropa de quien pase por allí. "Empezó
con arzones, adelante y atrás. Dos veces para entrar un poco en calor",
indica Molinari y lo aplaude. "Julián va a tener la suerte de llegar a un
Juego con diez o doce años de respaldo por el apoyo del Enard. Mis viejos,
mientras fui infantil y juvenil, me pagaron todos los viajes. Esto ahora cambió
y es positivo pensando en el futuro", dice mientras observa con atención
cómo el agua tibia rocía lentamente el mate "Tomo como para
acompañar", se excusa. Sí acepta un alfajor. "Gracias. Me lo llevo
para comer a la noche. Es un premio por el trabajo de hoy", confiesa entre
risas el gimnasta de 28 años. Su rostro evidencia un cansancio profundo.
"Es que hoy Valo (Vladimir Makarian, su entrenador) me dio una paliza
terrible a la mañana. Me entreno todos los días de 9 a 12 y quedo fusilado.
Martes, jueves y viernes voy a kinesiología y una o dos veces por semana, a
masajes. No me queda otra. Todo para poder arrancar al otro día de cero",
revela.
-¿Qué pasaba si no conseguías la
clasificación?
-Es muy
probable que hubiera largado todo a fin de año. Estaba en mi mejor momento y no
conseguir la plaza me habría frustrado mucho. Fue un año con muchas presiones.
Mías, sobre todo.
* ¿Cómo manejaste toda esa presión?
- Con la ayuda
de mis seres cercanos. Mi novia, mis amigos y mis viejos desde San Jorge [Santa
Fe]. Y acá [en el Cenard] trabajé, en el peor momento, con la psicóloga
Patricia Whitman. Me dijo que el año pasado estaba pariendo un hijo por todo lo
previo a mi clasificación. Estaba muy nervioso, muy ansioso. De malhumor.
Sentía que no podía fallar. Cuando me di cuenta de que iba a los Juegos recién
pude aflojarme. Se me pasaron todos estos años en unos pocos segundos. Haber
empezado en un gimnasio con dos o tres aparatos que no existen, haber entrenado
durante 18 años con mi papá y mi mamá. Venirme en 2002 a vivir al Cenard por la
comida, el alojamiento y una beca de $ 300.
* ¿Cómo vivís todo lo previo y el entorno que
envuelve un Juego Olímpico?
- Estoy
bloqueado con lo que será el entorno y lo previo. A la fiesta inaugural no voy
porque yo compito al día siguiente [a las 7 de nuestro país]. No puedo darme
ese lujo y arriesgarme a tener una mala performance en el inicio. Quiero estar
muy concentrado. Estoy muy mentalizado con la competencia. Después de competir
me dedicaré al placer de vivir un Juego desde adentro. Soy muy competitivo.
Está en mi naturaleza. Muchos amigos me dicen: "Bueno, ya estás
clasificado para un Juego, ahora disfrutá". Eso no me alcanza. Es, tal
vez, mi única chance y la quiero aprovechar al máximo. Hace 24 años que estoy
entrenándome para llegar a este Juego Olímpico.
* ¿Por qué elegiste competir sólo en anillas y
no en all around (todas las pruebas)?
- En el último
año mejoró mucho mi rendimiento, sobre todo en anillas. Se dio por decantación.
Lo pensé mucho. El cambio fue muy grande porque las anillas son un aparato
distinto a los otros. Los otros son técnicos, de repeticiones, de hacer series.
En cambio, las anillas son de fuerza de brazos, donde no tiene la misma
importancia la parte técnica. El único ejercicio técnico es la salida. Y
meterles mucha pila a las anillas te arruina para todos los demás aparatos.
* ¿Cuál es el objetivo?
- Aspiro a
llegar a la final. Nadie pone una ficha en mí y eso me quita presiones. Las
chances de acceder a una medalla son muy lejanas. Llegar a la final sería un
premio increíble, y para la gimnasia artística argentina, algo muy groso. Hace
16 años que no viajamos, en hombres, a un Juego. No tengo la presión ni de acá
ni de nadie. Estoy para tener un buen resultado y eso sería estar en el último
día de competencias.
Allá lejos y
hace tiempo
El último
gimnasta argentino en participar en una cita olímpica fue Marcelo Palacio, que
en Atlanta 1996 se clasificó en el puesto 70º. Por su parte, Eric Pedercini
estuvo a un paso de asistir a Sydney 2000, al quedar como primer suplente.
Entre las mujeres, la última argentina que compitió en un Juego fue Celeste
Carnevale, en Atenas 2004, donde finalizó 56a.
canchallena.com
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